Pero aquí se acaba lo bueno (salvo para Kowalski: trenes a todo pasto cada poco trecho). Poco a poco comienza el desfile de polígonos. No tenemos muchos desniveles pero tenemos muchas naves industriales. La entrada a estos polígonos se realiza a través de túneles que parecen la entrada al inframundo.
En Aduna vimos en lo que se entretienen los de aquí para pasa el rato (harrijasotzailes preferentemente): levantar piedras de uno, dos, o tres tirones.
En Billabona un paisano que dice tener una novia en Madrid (aparenta 7? años) se ofrece a indicarnos un sitio para comer "ahí al ladito" y nos acaba llevando a Zizurkil. Tras la comida seguimos de polígonos y observando otros oficios tradicionales del País Vasco: se puede ver el especímen del escardador de patatas.
Acabamos el día en Tolosa y al final de Tolosa llegamos al hotel Oria donde somos dirigidos a un anexo al que llaman el chalé; realmente lo es. El precio es algo desorbitado para la calidad que ofrece; y más que la calidad, la distribución de la habitación triple donde hay que salir de las camas por los pies. Tras cenar, podemos publicar esta crónica tras múltiples problemas con el wifi, pero la publicamos al fin y al cabo.
Bideaneros con escasez de wifi y algunos de ellos alojados como piojos en costura

































