Tras soportar toda la santa noche las campanadas (repetidas) de la iglesia de San Martín con su triste tañido, conseguimos despertar a la hora marcada. Desayunamos con el aviso del empleado de que se nos han adelantado (una hora) otros caminantes. Abandonamos Zegama tras comprar un cacho queso y una barra de pan por "siaca" y siguiendo como es de rigor las flechas amarillas
La aldaba es para Batti (manifiéstate, leche)
Comenzamos a subir a smunch y vamos dejando abajo y atrás el camino recorrido. Si miráis al fondo se puede ver el mar...
Apabullante subida con unos paisajes que dejan sin respiración (sobre todo a Kowalski, que no puede ni bufar). Vemos de lejos un pequeño venado, además de caballos de tiro.
Nos internamos en un precioso bosque de hayas que nos acompañará durante mucho tiempo. Impresionantes y centenarios ejemplares
Véase ejemplar de haya. Es el árbol con hojas verdes
En un momento dado estamos a pocos metros de la entrada al túnel de San Adrián
Los caballos son ejemplares de tiro que pastan sueltos en las pendientes de toda la subida a pesar de que alguno trate de despistar con su look Cruella de Ville, look que hemos visto repetido en alguna lugareña
Aproximación al túnel. Hay una puerta a la izquierda y un muro que defendía el paso.
Dentro del túnel está la ermita de San Adrián
Tras el túnel, paramos para hacer el amarretako. Rápidamente nos despojamos del calzado para airear los pies. Comemos la ración de supervivencia (cacho queso y pan) que, afortunadamente luego confirmaremos que realmente lo era, compramos en Zegama.
Tras la comida, atacamos la última embestida para pasar a la provincia de Álava e iniciar la bajada. Nuevos bosques de hayas y robles y trozo final de asfalto que termina por agotarnos, física y mentalmente. Tras acabar la bajada llegamos a Zalduondo donde según Kowalski no se ha cansado de repetir hay un bar que cierra sólo los miércoles. Nos abalanzamos dentro y Ricardo que encabeza la marcha trata de negociar con la patrona. Ésta dice que no nos dan de comer (aunque hay una sala que pone Comedor). No nos dan ni bocatas; no hay latas de conserva, huevos, embutidos,... nada. ¿Pero qué bar es éste? Nos apañamos con unas cervezas, unas aceitunas y unas patatas fritas de bolsita y finalmente nos coscamos de lo que pasa realmente: las señoras del bar tienen una comida privada a celebrar fuera de allí, pero que han cocinado en el bar. Así que pasan delante de nuestras narices, marmitas, cazuelas, sartenes y ollas llenas de ricas pitanzas que ni siquiera olemos. El lugar, queda dicho, Zalduondo. El bar, Imaz, es para más inri el único que hay en cinco km a la redonda. ¡Tomen nota!
Todavía quedaban 6 km para llegar a Salvatierra-Agurain así que pudimos hacer la no-digestión holgadamente, porque el trigo aún estaba verde y los cultivos de cereales y leguminosas son muy abundantes en la zona y nos recreaban la vista.
Una vez llegados a Salvatierra recibimos a Carlos que nos hace una visita tras tragarse 115 km de nada en su bici de montaña.
Bideaneros con gusa















Hola, soy Batti y por fin tengo un rato para leer vuestro blog. Me sorprende la dedicatoria de la aldaba, a mi me gustan más los árboles, cuanto más retorcidos mejor.
ResponderEliminarBueno, acepto el regalo y os doy mi enhorabuena, me dais mucha envidia.
Saludos
Battiato