Contactamos con dos nativas que al observar nuestro interés por unas obras (como buenos jubilatas) nos informan que son las obras del futuro AVE/AHT del cual aborrecen todo. Más allá preguntan que si al ser de Madrid no tenemos miedo de venir aquí. . ito responde: "tontos hay en todos lados". En animada charla nos acompañan hasta Alegia, no sin vigilar con el rabillo del ojo que no les quitáramos la pesca del canal lateral de Oria.
Parada de refrigerio frutal en Alegia junto a este precioso puente (y después visita a la primera iglesia abierta del Bidean).
Un paisano alucinado con la cantidad de guiris que transitan por el bidegorri y la gresca que van armando.
Disfrutamos de las huertas ajardinadas que vamos encontrando a nuestro paso (una las respeta, otro las invade).
De la serie oficios ancestrales de Euskadi, hoy presentamos el peluquero de praos, oyes.
Tras algún kilómetro más llegamos a Legorreta donde nos interesamos por algún bar donde practicar el amaiketako (conocido antes como Ángelus). Paramos en el primero (ERROR). Nos soplan la irrisoria cantidad de 18 euros por 10 quintos de Keler 18 y sin aperitivo (hábilmente gestionado por Ricardo en la carnicería de al lado: lomo de primera calidad). ¡No paréis aquí nunca!
En la entrada de Ordizia comenzamos a ver el Txindoqui que nos acompañará hasta llegar a nuestro destino de hoy, Beasaín.
Comemos en Ordizia (rte. Martínez) sabiamente aconsejados por un nativo que acababa de comer allí: "11,80 euros; pues". Pedimos unas cervezas para esperar la comida y la jefa (que era de Liga antialcohólica, seguro) nos dice que primero encarguemos la comida; hasta el segundo plato no nos trae la garagardoa, la tía. Eso sí, las anchoas al horno del menú estaban tan buenas que hasta Andrés se las ha terminado.
Después tomamos café en la plaza donde Carlos VII juró los fueros de Guipuzcoa. Acaba Ordizia y empieza Beasain a continuación. Al pasar junto a la CAF alguien nos da recuerdos para un tal Stivi, que realmente no sabemos quien puede ser. Al poco, buscando el Hotel Igartza, Ricardo muestra su sex-appeal ligando con lo más florido de la localidad, que, eso sí, le informa bien, aunque desbarrando diciendo que Santo Domingo de la Calzada está en Navarra...
Después de las abluciones pertinentes nos dirigimos al albergue de peregrinos donde el hospitalero nos enseña las instalaciones que, por cierto, están en un antiguo molino y ferrería además de otras construcciones que datan del siglo XIV al XVIII. Las instalaciones están perfectas y el albergue es muy recomendable. Si os portáis bien mañana os enseñaremos alguna foto.
Para cenar disfrutamos del pote y pintxo por ser jueves (por 1 euro, bebida y pintxo).
Bideaneros disfrutando del Goierri










Arratsalde on. Estas equivocado Kowalsky. Eran cavernas y no TABERNAS donde vivia el homus euskaldun.
ResponderEliminarZorte on.